Capítulo 2

El amanecer de Luca fue algo que le generó muchísimo disgusto. Sufrió toda la noche desvelado, en ese limbo donde ni uno sabe si está dormido o despierto, y quiere levantarse pero al mismo tiempo quiere dormir, donde hay mucha luz para seguir durmiendo, y es muy temprano para levantarse.
Luca se levantó a duras penas de la cama, se preparó el jarrito con café y cambió de opinión y optó por comer unas tostadas de jamón y queso con un jugo exprimido de naranjas.
Se lavó los dientes, tomó una ducha de aproximádamente 20 minutos (un tiempo exageradamente largo para él, pese a que le gustaba tomar duchas a la mañana para desvelarse).
Al terminar la rutina matutina, vio el reloj y vio que eran la 1.35 (lo cual le ayudó a darse cuenta lo tarde que había desayunado, aunque no le importaba). A las 2 debía llegar al Café Chafféur o el señor Escargnón lo sermonearía, como siempre, aunque Luca sabía lo mucho que lo necesitaban en el Café, debido a las horas extra que decidía hacer y a cómo le cubría las espaldas a los compañeros de trabajo que faltaban.
Sin embargo, ni la hora, ni el trabajo, ni Escargnón, ni el hecho de no estar vestido lo tenían preocupado.
Alex había llamado, hace apenas 8 horas, luego de casi medio año sin haberse dirigido una sola palabra.
De la nada. Alex apareció por arte de magia mientras Luca dormía plácidamente. Aunque a él le molestara pensarlo, sabía que esa situación fue una clara metáfora del tipo de relación que siempre llevaron, Alex siempre complicaba las cosas.
Pero sin embargo ellos siempre fueron muy cercanos, pese a las distancias (emocionales y físicas) y a los encantos y desencantos de su amistad.
Alex Behlí y Luca Desmont se conocieron hacía ya 3 años en la sala de abordaje del Aeropuerto de Ezeiza, ambos eran porteños de familias extranjeras provenientes de Europa (la de Alex era de Brujas, Bélgica y la de Luca de Toulon, un pequeño pueblo de Marsella). A ninguno de los dos se les complicó el viaje a París debido a la nacionalidad europea que ambos poseían. A Luca le fue mucho más sencillo debido a que su familia era proveniente de Francia y poseía la doble ciudadanía y Alex solamente tenía la nacionalidad belga.
Ya en el avión, ambos tuvieron una larga charla donde hablaron de filosofía, pintura, música, fotografía, aunque no de política, ya que Alex tenía una mirada muy estoica a todos los gobiernos. "-No sacan a los pobres de la calle, solamente los cambian a la vereda que les conviene"- sostuvo en el aeropuerto cuando Luca soltó el tema.
Al llegar al aeropuerto Charles de Gaulle (y sobrevivir a la ola de quejas de algunos pasajeros sobre la incompetencia de Air France) decidieron intercambiar números.
Al cabo de varios encuentros en el café donde Luca terminaría trabajando, y en la Fuente de Hittfort, situada en la Plaza de la Concordia, decidieron volverse compañeros de cuarto en una pequeña pensión a unos 15 km del límite entre Orleáns y París.
Pese a haber pasado solamente un mes desde su llegada a París, confiaban mucho en el otro y al hablar daba la sensación de encastrar perfectamente.
Estaban totalmente cómodos, en una pensión pequeña, "acojedora" (en el mal sentido de la palabra) pero en su cuarto tenían dos camas y un placard que alcanzaba para la ropa de ambos, teniendo en cuenta que la ropa de Luca ocupaba solamente 1/4 del placard, y sobre todo, el precio dividido entre los dos era muy económico. Vivían bien, pero no como Reyes.
Pasado un año y medio viviendo juntos, Alex decidió mudarse, debido a que ya prefería ir acostumbrándose a una vida más independiente y autónoma, aunque Luca no pensaba de esa manera.
De un modo u otro, Alex sentía que estar tanto tiempo con Luca la asfixiaba. Luca también lo sentía quizás, aunque por otro lado, a él no le implicaba ningún tipo de molestia.
Alex se mudó a un departamento mucho más espacioso y cómodo, a dos localidades de la pensión, más llegando al centro de París. Pese a ser considerablemente más caro, Alex se podía dar el lujo ya que había conseguido trabajo como Guía de la ópera Garnier. Gracias a haber estudiado desde los 5 años canto lírico en el Colón, además de haber estudiado el violín y el piano (sus instrumentos predilectos) en el secundario Esnaola y en el Colegium Musicum luego del secundario.
Luca consiguió un trabajo bien pago en el Café Chafféur, donde a medida del tiempo se fue afianzando con sus compañeros de trabajo y fue siendo promovido. Se mudó a un departamento que le fascinaba, no tan lujoso ni espacioso, pero muy moderno y estéticamente bello, a unas 15 cuadras de la mismísima Torre Eiffel. Luca preferió un cuchitril adornado a muchos otros departamentos debido a su cercanía a la Torre.
Pese a la distancia, Luca y Alex continuaron viéndose muy seguido (no sólo debido a que ambos tenían una relación única, sino a que ambos se sentían conmovidos al haber conocido tan improvistamente a una persona antes de su llegada a París, y a que cualquiera sin el otro se hubiese sentido, luego de haberse conocido y haberse afianzado de tal modo, muy solitario). Se turnaban para ir a cada departamento, aunque las mejores reuniones eran en la casa de Alex, por más que a él no le gustara aceptarlo, y a veces se reunían distintas plazas a tomar mate, bajo la intrigada mirada de los parisinos.

Así vivieron un año, juntándose, riendo, hablando, filosofando, viviendo. Hasta que Alex, sin previo aviso ni ningún tipo de indicación, conoció a Pierre.

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